Diez años han pasado desde entonces. Diez años en los que el silencio de Hierro ha resultado escenario de numerosos estudios e investigaciones desarrollados por un número creciente de filólogos, críticos, historiadores y poetas que se han acercado a su obra, una obra ya concluida, aunque nos pese, y que hoy cuenta con diez años de perspectiva que nos ayude a entenderla y a enfocarla de manera cada vez más acertada.
Cada capítulo de este libro es una amapola que se nutre de la savia hierriana, de la tierra que él fecundó con su palabra. Este campo sembrado es lo que queda como homenaje, porque nadie suele cortar amapolas para ponerlas en un jarrón. Nadie excepto poetas excepcionales como Hierro, que también fue pintor de amapolas. Que sabe mantenerlas rojas a pesar de haberse derramado el agua del jarrón.
Los autores, algunos de los mejores especialistas en la poesía de José Hierro, le rinden hoy tributo reuniendo sus esfuerzos, coordinados y editados por Elía Saneleuterio, casualmente la más joven de entre todos ellos, de quien nació la idea de homenajear al poeta en el décimo aniversario de su fallecimiento. El resultado es un volumen con sorprendente unidad y sentido, que se presenta como una aportación única entre los estudios existentes sobre el poeta.