Frist: 2022-04-15

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El conocimiento, en especial el conocimiento científico, ha estado en gran demanda durante la época de la pandemia de Covid-19. Desde el asesor médico del presidente de los EE.UU., Anthony Fauci, los expertos en virología alemanes, Christian Drosten y Sandra Ciesek, que ganaron el premio de “profesor de universidad del año 2020” por su podcast sobre el coronavirus, hasta Hugo López-Gatell Ramírez, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, podemos ver dinámicas entre los sistemas mediáticos y una gama de distintas voceras y voceros de las ciencias, ya sean científicos de la academia, actores que emergen desde las penumbras de las apariencias científicas de las “universidades YouTube” o, simplemente, proveedores de desinformación. Siempre hemos sido influenciados por el desarrollo científico, pero pocas veces en forma de actores mediatizados desde la academia en vez de productos tecnológicos (patentes, maquinas, vacunas, medicinas, etc.) que se difunden en nuestras vidas cotidianas.
A pesar de que las ciencias siguen siendo exitosas, como lo demuestra el desarrollo sin precedentes de vacunas frente a la pandemia de Covid-19, estas han encontrado dificultades para responder fuera de los laboratorios ante un entorno sociopolítico mediatizado en el que figura una multiplicidad de narrativas en torno a la pandemia, lo que fue definido por la OMS como infodemia.
Esas narrativas muestran una interesante dinámica desde otros campos del conocimiento que están enfocados en su propio interés, y en aprovecharse económicamente de esta desinformación en los ecosistemas mediáticos y las plataformas web. Estas tensiones se pueden observar también en la percepción de los medios sociales desde la perspectiva política en México: las “benditas redes sociales”, a las que se refirió el actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su discurso después de haber ganado las elecciones en noviembre 2018. Pero asimismo se advierten en las “malditas redes sociales”, que tienen que ser reguladas, como lo propuso el senador Ricardo Monreal Ávila, partidario del actual presidente, en su iniciativa para regular las plataformas en México en febrero del 2021.
Lo popular, en este sentido, se relaciona aún hoy, discursivamente, con lo primitivo en comparación con la alta cultura de la academia, la cual se enfrenta a profesionales renegados e “inexpertos” y a sus seguidores en las redes sociales. Esto, sin embargo, no se debe a que ambos lados ofrezcan perspectivas en el mismo campo del conocimiento. Como ya se ha mencionado, la desinformación no es contraparte del conocimiento académico, pero sí es cierto que se disfraza y actúa como si lo fuese, y para ello utiliza formas de representación y prácticas parecidas: citaciones, publicaciones, instituciones, charlas, etc. No se produce conocimiento en un cierto campo, siguiendo reglas, métodos y criterios, pero sí que se emplean conocimientos para el provecho en oculto: dinero, poder, aprecio etc.
Por lo tanto, la desinformación y la propaganda no son el “otro lado” de la evidencia científica, sino que ambas se pueden observar como estrategias “populares” para obtener poder y ciertos beneficios. No obstante, ya que las ciencias concentran el enfoque mediático actual de las políticas y tomas de decisiones, estas se relacionan, discursivamente, más con el poder y, por lo tanto, se convierten en un discurso público que conduce a batallas imposibles de ganar para los métodos y modelos científicos. En esta línea, la ciencia de lo popular puede ayudar a entender, negociar y suplementar esos huecos discursivos en la sociedad, dado que lo popular se puede encontrar en lo cotidiano, en distintas formas y objetos (trans)culturales, prácticas y espacios, pero siempre lejos de ser una “esencia” o “personalidad” de los actores. La ciencia de lo popular puede ser así una fuerza transgresiva, pero también transformadora, estableciendo y creando nuevos espacios e interfaces para la interacción y la participación, así como lugares de crítica y contestación.
De tal forma, las culturas populares necesitan ser localizadas, contextualizadas y analizadas para escapar del universalismo estructural – ya sea la globalización, el capitalismo o la jerarquización cultural – que obliga a las personas a crear sus espacios en ellos.
La meta de esta edición es enfocar lo popular desde otra perspectiva, no como el “otro” resto irreconciliable de las “subculturas”, sino como algo valioso (pero también aterrador), que queda determinado desde las características de lo popular, lo que necesariamente conduce a la incorporación de las mencionadas estructuras, ante las que también resiste y perpetua.
El objetivo consiste, por un lado, en presentar conocimientos dentro de y desde las culturas populares. Esto, por otro lado, se hace necesario para reconciliar a los “inexpertos” y académicos en estos espacios compartidos de conocimiento, e instaurar así, potencialmente, perspectivas e intercambios recíprocos, ya que no puede haber conocimiento desde lo popular sin conocimiento sobre lo popular. Además, esto podrá ayudar a establecer una perspectiva transcultural, repensando y deconstruyendo relaciones culturales y sus representaciones nacionales en los sistemas mediáticos y socioculturales: desde las así llamadas “mañaneras”, pasando por las performances en TikTok del IMSS y políticos en México hasta los ya conocidos Rituales del caos y otras culturas populares, exploradas en las crónicas de Carlos Monsiváis.
Es evidente que lo popular no va a desarrollar una vacuna o un producto técnico revolucionario, pero podría servir para establecer espacios productivos para el intercambio de conocimientos científicos, así como objeto de investigación y conocimientos fuera de la academia. Para ello invito a todos los investigadoras e investigadores del amplio campo de las humanidades y las ciencias sociales a contribuir en los temas de las culturas populares relacionadas con sus representaciones mexicanas y los conocimientos escondidos en sus espacios, objetos, actores y prácticas.

Cuestiones y temas
• Culturas populares y procesos transculturales: objetos transculturales y prácticas en diferentes culturas, así como sus transformaciones de México al mundo y viceversa.
• Formas de conocimiento en las culturas populares: discursos, comunidades, prácticas y espacios. ¿Qué tipo de conocimientos se pueden encontrar en las formas y prácticas de las culturas populares?
• Discusiones teóricas de lo popular y conceptos de cultura: ¿qué es lo popular? ¿ Cómo podemos situar esas distintas dimensiones culturales en los procesos de identidad y alteridad?
• Culturas populares desde una perspectiva diacrónica y sincrónica: comparaciones de prácticas y diferentes definiciones de lo popular.
• Intersecciones y conflictos de lo popular: el concepto de lo popular como disfraz para el populismo, la desinformación etc.
• Localizar lo popular: ámbitos culturales, grupos de interés y otras formas de delimitaciones y representaciones.

Cuestiones formales
• Extensión: 15-20 páginas o su equivalente, aproximadamente a unas 5.000 ó 7.000 palabras.
• Resumen o Abstract de hasta 200 palabras, información bio-bibliográfica (profesión, principales áreas de investigación y publicaciones recientes) que no supere las 10 líneas•
• 5 palabras claves para identificar el contenido del artículo que no se repitan en el título del texto.
Para más detalles en la presentación favor de consultar: https://www.imex-revista.com/ediciones/publicar-en-imex/#2
Los artículos pueden enviarse a las direcciones de correo electrónico del editor de este dosier, Hans Bouchard (Hans.Bouchard@uni-siegen.de), hasta el 15 de abril del 2022 en formato ‘Microsoft Word’.

Beitrag von: Yasmin Temelli

Redaktion: Redaktion romanistik.de